¿Que esta ocurriendo con las tildes?
En Adiós a la tilde os planteamos un debate sobre un tema muy actual que suscita polémica y controversia. La cuestión es, ¿eliminarías la tilde en el mundo digital?, ¿consideras la acentuación en el mundo digital una herramienta útil o es por el contrario un incordio?, ¿cómo afecta el uso de la tilde en los títulos SEO, palabras clave y enlaces de las entradas de tu blog?, para ello, contamos con tres puntos de vista distintos, de manos de los tres colaboradores habituales de Monkeyzen, tres visiones distintas sobre cómo mirar la ortografía, el lenguaje y la comunicación en las nuevas tecnologías, un debate rico y plural.
Aquí en México decimos coctel, sin tilde. Pronunciamos la palabra como aguda. Los españoles, en cambio, que dicen cóctel y la pronuncian como grave, le ponen acento, según las reglas de acentuación de nuestro idioma, que ni siquiera son tantas y que pueden memorizarse en menos tiempo del que se cree. Sabemos que, con tilde o sin ella, se habla de la misma cosa, claro. Pero esa rayita inclinada nos ayuda a pronunciar de cierta forma, y entonces no nos sentimos tan perdidos. ¿Cuál purismo? Es lógica elemental.
Porque, resulta, los acentos no son un capricho ni funcionan igual que los adornos navideños, ni fueron inventados por gente malvada para torturar a los chicos de la nueva era o a la gente que prefiere la muerte a la lectura. Las tildes determinan la pronunciación de las palabras. Y, aunque los buscadores en internet, pobrecillos, no se den cuenta, no es lo mismo mama que mamá, ni mendigo que méndigo. Por fortuna.
Ahora, que se trata de que Google y los otros buscadores nos encuentren y los acentos parecen sembrar discordia entre los manuales de estilo de publicaciones digitales, no puedo sino repetirme: mucho SEO, mucho SEO, pero sin acentos es imposible crear contenidos legibles, y sin ellos es imposible sostener blogs, cuentas de Twitter y demás realidades que, por lo menos a algunos, nos pagan las cuentas.
Supongamos que los tiempos ya cambiaron, que las tildes fueron abolidas. E imaginemos un titular como éste: “La perdida de la gobernante sacude al pueblo”. Como los acentos ya no se usan, no se puede saber si el título insinúa que la gobernante es ligera de cascos, presta pa’ la orquesta, y bailó cumbias con todo el pueblo, o si los ciudadanos se sienten conmovidos porque la gobernante en cuestión pasó a mejor vida.
Obvio, hay un contexto. Si la gobernante se murió, la nota tal vez quiera informar la manera en que la gente recibió la noticia. Pero habrá publicaciones bromistas que hayan elegido jugar con la primera opción. O que habrían podido elegir jugar con la primera opción. Porque, como las tildes ya no se usan, nos estamos perdiendo la oportunidad de utilizar el lenguaje en beneficio del sentido del humor. ¿Verdad que resultaría triste?
Y lo mismo con la ñ. No sé ustedes, pero yo quiero seguir cumpliendo años y no anos, aunque Google no se sepa el abecedario completo. Deshacernos de palabras con ñ sólo porque los buscadores no las identifican me suena a privarme de la palabra (y por lo tanto del razonamiento) sólo porque mi interlocutor no ha aprendido a hablar. ¿No sería más lógico y más adecuado que un buscador incorporara algunos caracteres? ¿No valdría la pena que quienes se encargan de esos mecanismos sean personas con una mediana conciencia lingüística? Porque, a final de cuentas, las lenguas son la materia prima de las comunicaciones, y limitarlas tanto podría equivaler a morder la mano que nos da de comer.
Como usuaria de internet, y no seré la única, suelo huir de sitios con contenidos mal redactados, en que los signos de puntuación se colocan por aquí y por allá sin intenciones claras. Si puedo tomar la autopista de cuota, ¿por qué decidiría conducir en carreta y por el empedrado? Dado que consumo textos en internet a diario, lo menos que merezco son sitios con textos legibles, que posean las mínimas pautas de lectura y pronunciación. La lengua está viva, claro que lo está. Por eso recomiendo que la mantengamos a salvo de asesinos a sueldo (que en estos días se disfrazan de SEO).
Porque, quiero repetirlo, se trata de producir oraciones legibles. Una cosa es abreviar, ahorrar tiempo y caracteres en ciertos medios (como los mensajes de texto o los chats) y otra dejar, por pereza, obstáculos en el camino, hoyos que impidan al otro entender lo que intentamos decir. No olvidemos que el contexto no siempre ayuda. La comunicación en internet necesita las tildes, igual que en los otros medios. Así que, propongo, no confundamos ron con tequila ni le pongamos sal al café con leche: emoticonos, pegatinas, abreviaturas y demás recursos pueden seguir siendo usados sin que por ello tengamos que sacrificar letras y otros signos que durante siglos nos han ayudado a decir esta boca es mía.
¿Y si mejor enseñamos a Google a escribir?, por Belinda Lorenzana
Aquí en México decimos coctel, sin tilde. Pronunciamos la palabra como aguda. Los españoles, en cambio, que dicen cóctel y la pronuncian como grave, le ponen acento, según las reglas de acentuación de nuestro idioma, que ni siquiera son tantas y que pueden memorizarse en menos tiempo del que se cree. Sabemos que, con tilde o sin ella, se habla de la misma cosa, claro. Pero esa rayita inclinada nos ayuda a pronunciar de cierta forma, y entonces no nos sentimos tan perdidos. ¿Cuál purismo? Es lógica elemental.
Porque, resulta, los acentos no son un capricho ni funcionan igual que los adornos navideños, ni fueron inventados por gente malvada para torturar a los chicos de la nueva era o a la gente que prefiere la muerte a la lectura. Las tildes determinan la pronunciación de las palabras. Y, aunque los buscadores en internet, pobrecillos, no se den cuenta, no es lo mismo mama que mamá, ni mendigo que méndigo. Por fortuna.
Ahora, que se trata de que Google y los otros buscadores nos encuentren y los acentos parecen sembrar discordia entre los manuales de estilo de publicaciones digitales, no puedo sino repetirme: mucho SEO, mucho SEO, pero sin acentos es imposible crear contenidos legibles, y sin ellos es imposible sostener blogs, cuentas de Twitter y demás realidades que, por lo menos a algunos, nos pagan las cuentas.
Supongamos que los tiempos ya cambiaron, que las tildes fueron abolidas. E imaginemos un titular como éste: “La perdida de la gobernante sacude al pueblo”. Como los acentos ya no se usan, no se puede saber si el título insinúa que la gobernante es ligera de cascos, presta pa’ la orquesta, y bailó cumbias con todo el pueblo, o si los ciudadanos se sienten conmovidos porque la gobernante en cuestión pasó a mejor vida.
Obvio, hay un contexto. Si la gobernante se murió, la nota tal vez quiera informar la manera en que la gente recibió la noticia. Pero habrá publicaciones bromistas que hayan elegido jugar con la primera opción. O que habrían podido elegir jugar con la primera opción. Porque, como las tildes ya no se usan, nos estamos perdiendo la oportunidad de utilizar el lenguaje en beneficio del sentido del humor. ¿Verdad que resultaría triste?
Y lo mismo con la ñ. No sé ustedes, pero yo quiero seguir cumpliendo años y no anos, aunque Google no se sepa el abecedario completo. Deshacernos de palabras con ñ sólo porque los buscadores no las identifican me suena a privarme de la palabra (y por lo tanto del razonamiento) sólo porque mi interlocutor no ha aprendido a hablar. ¿No sería más lógico y más adecuado que un buscador incorporara algunos caracteres? ¿No valdría la pena que quienes se encargan de esos mecanismos sean personas con una mediana conciencia lingüística? Porque, a final de cuentas, las lenguas son la materia prima de las comunicaciones, y limitarlas tanto podría equivaler a morder la mano que nos da de comer.
Como usuaria de internet, y no seré la única, suelo huir de sitios con contenidos mal redactados, en que los signos de puntuación se colocan por aquí y por allá sin intenciones claras. Si puedo tomar la autopista de cuota, ¿por qué decidiría conducir en carreta y por el empedrado? Dado que consumo textos en internet a diario, lo menos que merezco son sitios con textos legibles, que posean las mínimas pautas de lectura y pronunciación. La lengua está viva, claro que lo está. Por eso recomiendo que la mantengamos a salvo de asesinos a sueldo (que en estos días se disfrazan de SEO).
Porque, quiero repetirlo, se trata de producir oraciones legibles. Una cosa es abreviar, ahorrar tiempo y caracteres en ciertos medios (como los mensajes de texto o los chats) y otra dejar, por pereza, obstáculos en el camino, hoyos que impidan al otro entender lo que intentamos decir. No olvidemos que el contexto no siempre ayuda. La comunicación en internet necesita las tildes, igual que en los otros medios. Así que, propongo, no confundamos ron con tequila ni le pongamos sal al café con leche: emoticonos, pegatinas, abreviaturas y demás recursos pueden seguir siendo usados sin que por ello tengamos que sacrificar letras y otros signos que durante siglos nos han ayudado a decir esta boca es mía.
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